

En estos 60 días del nuevo Gobierno Nacional cuesta observar el transcurrir de un fenómeno social por la velocidad en que están sucediendo las cosas. El día a día de la política, entendida como el arte de gobernar, esta redefiniendo también nuestra forma de procesar e interpretar la contemporaneidad.
Los hechos sociales en plena metamorfosis marcan los acontencimientos que generan nuevas efervescencias en los capilares de la sociedad, pero queda todo en una memoria a corto plazo, donde es dificil descifrar una escena de gobierno donde abundan la posverdad, el patetismo y el cringe de las redes.
Ahora bien, cada acierto y cada fracaso de la gestión se mide diferente en el humor social, Argentina esta viviendo también una aceleración de la volatilidad de la aceptación o el rechazo hacia una figura pública o un gobierno. No hay mucho tiempo para enamorar y medir los impactos de las decisiones políticas. Cuando reconfiguras el tejido social el tablero del juego se mueve por completo y las reglas también son proclives al cambio. Todo esto caminando en la corniza de una situación de estallido social frenético e inagotable.
La ley omnibus es el gran hito del fracaso repentino del nuevo gobierno de Javier Milei, cuando parecía que estaba todo encaminado para una gran victoria, aparecen los errores no forzados y pierden la caja de herramientas que necesitaba el ejecutivo para avanzar en su plan. Comienza con el show del ‘dictamen blue’ en un departamento de Recoleta con un funcionario que aún no tiene cargo y en este país ya fracasó 3 veces, me refiero a Sturzenegger. Luego el desconcierto y desconocimiento de la materia legislativa que derivó en un papelón y la subestimación de la rosca. Por otro lado, la pelea con los aliados estratégicos en el Congreso, tildandolos de ‘coimeros’ o la amenaza permanente hacia los gobernadores es quizás el error más grave que uno pueda cometer en política. Siempre hablando de estas variables en un contexto democrático, representativo y federal, donde existe un estado de derecho y una división de poderes.
Si bien el fracaso político sigue haciendo eco dentro del gobierno la busqueda de culpables parece no haber terminado. Pedidos de renuncia de puestos claves, información que se filtra por todos lados, la falta de contención y un capricho adolescente marcan un escenario futuro no muy alentador.
Uno de los principios básicos de la política es construir poder con cimientos de intereses propios, con objetivos claros y una estrategia de gobierno. No obstante, el ejecutivo nacional está quemando todos los puentes para llegar a esos consensos, sumado a una falta de legitimidad de los interlocutores.
Me detengo en la amenaza del presidente hacia los gobernadores porque no recuerdo un antecedente próximo en la historia de nuestro país. Más allá del descenlace del conflicto latente, los gobernadores se estan organizando para una rebelión federal. Provincias como Córdoba y Santa Fe, donde el Presidente podria haber tenido quizás sus mejores aliados, hoy estan armando una contraofensiva por las decisiones, a modo de venganza, que esta tomando el máximo mandatario. Las 3 provincias más relevantes en tamaño y producción se están poniendo de acuerdo y quieren liquidar los granos por el banco de la provincia de Buenos Aires y conmemorar el Pacto San José de Flores. Un pacto de unión y paz donde se incorpora a Buenos Aires en 1859 a la Confederación Argentina.
“Es mucho más seguro ser temido que ser amado si no puedes ser ambos” dice una de las máximas de Nicolás Maquiavelo para construir un verdadero rey, sin corona, en este caso. El amor puede ser pasajero pero el temor es más duradero en el vínculo entre el líder y sus súbditos. Ese rol esta protagonizando Javier Milei por estos horas, mostrandose más amenazante y vengativo. El cerrojo de las redes sociales como TikTok y X son las plataformas preferidas para comunicar su gobierno. Todo aquel que manifieste disconformidad con sus propuestas es señalado como traidor.
Estamos ante un gobierno nacional que no tiene muchas alternativas democráticas para subsistir. Disminuye el ataque a los representantes provinciales y genera diálogo federal o crea un gobierno de coalición mas fuerte, mientras Mauricio Macri espera agazapado que Karina Milei habilite espacio.
A raiz de este ultimo párrafo reflexiono que al fin de cuentas las frustraciones de gobierno son nuestras, como sociedad. El gobierno de Alberto fue un gran fracaso, no voy más atrás en la historia porque comenzaría un debate interminable sobre el fracaso. No obstante, el gobierno de Milei arranca con esta situación incomoda en sus primeros pasos aunque todavía tiene tiempo de reacción mostrando algunos resultados y construyendo otro tipo de poder.
Recordemos que Milei no asumió con una crisis política el gobierno, si con una crisis económica de la cual no fue responsable. Pero me detengo en lo político porque veo que la inexperiencia y el ninguneo hacia todo lo que refiera “lo político” puede ser el gen de la destrucción de su mandato.
Lo que esconde esta situación es que para Milei en realidad la política es la que fracasó. Por lo tanto él no tiene que rendir cuentas y la política si. El fracaso es una sensación subjetiva de no alcanzar las metas planificadas, y en la política no funciona así, porque hay decisiones en la gestión que afectan en forma diferente transformando los objetivos. Ahora resta ver si las formas poco ortodoxas de construir poder le alcanzan para mantener viva la gobernabilidad.
En una síntesis bajo la cosmovisión de la filosofia de la liberación latinoamericana Enrique Dussel describe que los pueblos del sur tienen frustraciones permanentes al no perseguir el sendero de sus propios sueños. Y por el contrario, los anhelos han sido modificados, incluso nuestros sueños han sido colonizados. Por lo tanto, para salir del laberinto de las frustraciones debemos primero construir consensos identitarios y reconocernos en un otro no conquistado.
No encontraremos la respuesta buscando la salida del laberinto, sino en armar otro laberinto por completo.
*Licenciado en Ciencia Política