Hacia la «tormenta perfecta»: el gobierno de Milei y el riesgo de una crisis cambiaria

Las recientes noticias sobre las negociaciones entre el Gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional (FMI) no han resultado ser las esperadas por la administración de Javier Milei. La falta de divisas en el Banco Central y la inconsistencia de las decisiones económicas han dejado en evidencia un esquema de política monetaria y cambiaria que, lejos de consolidarse, parece acercarse a un punto de inflexión.

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La escasez de dólares y una estrategia fallida

Desde el inicio de su gestión, el Gobierno libertario ha intentado obtener dólares a través de la incentivación de exportaciones, especialmente en el sector agropecuario. Para ello, redujo o eliminó los derechos de exportación en bienes como la soja y el maíz, con la expectativa de que los productores liquidaran sus stocks y, de ese modo, fortalecieran las reservas del Banco Central. Sin embargo, esta estrategia no ha dado los resultados esperados.

Los productores agropecuarios se han enfrentado a un dilema: liquidar sus productos de inmediato o esperar mejores condiciones. La pérdida de valor real de la soja en el último año ha desalentado las ventas, y el diferencial entre el dólar MEP y el «Blend» ha restado atractivo a la conversión de divisas. En consecuencia, la acumulación de reservas ha sido insuficiente y la presión sobre el tipo de cambio persiste.

El impacto en la política monetaria

El Banco Central ha optado por sostener tasas de interés elevadas para absorber liquidez y evitar un impacto inflacionario mayor. Esto ha mantenido la rentabilidad del «Carry Trade» en niveles cercanos al 14,5% anual, lo que impide la canalización de recursos hacia la inversión productiva y refuerza la especulación financiera. En este contexto, el mercado sigue expectante y la economía real continúa paralizada.

Un esquema agotado

Las cifras de la Cuenta Corriente Cambiaria del Banco Central reflejan la fragilidad del modelo. En el primer año de gestión de Milei, el saldo de la cuenta fue de apenas 1.695 millones de dólares, con ingresos de 18.676 millones por exportaciones de bienes, pero fuertes salidas por servicios (4.874 millones), intereses de deuda (11.849 millones) y pago de dividendos (244 millones). La acumulación de dólares genuinos ha sido mínima y la deuda por importaciones impagas sigue en el mismo nivel que cuando asumió el Gobierno (57.000 millones de dólares al tercer trimestre de 2024).

¿Hacia dónde va el Gobierno?

Ante esta situación, Milei enfrenta dos caminos: reconocer el agotamiento del esquema y corregir el rumbo, lo que implicaría una devaluación, o continuar con su política actual en una «fuga hacia adelante». Sus últimas declaraciones y medidas indican que ha elegido la segunda opción.

A pesar de su discurso liberal, el gobierno de Milei regula arbitrariamente tres mercados clave: el dólar, con el cepo cambiario aún vigente; los salarios, limitando la homologación de paritarias; y la tasa de interés, que el Banco Central mantiene en niveles que favorecen la especulación financiera.

El rol de la dirigencia ante la crisis

Frente a este escenario, la dirigencia empresarial, sindical, política y social enfrenta el desafío de construir una salida ordenada a la crisis antes de que una «hipercrisis» termine por profundizar la depresión económica que atraviesa el país. El fracaso de las negociaciones con el FMI podría ser el desencadenante de una tormenta perfecta que Milei, por ahora, parece decidido a desafiar sin cambiar el rumbo.

¿Podrá el Gobierno sostener su estrategia sin provocar un colapso económico? La respuesta se conocerá en las próximas semanas, cuando la realidad termine de imponer su propia verdad.

Nota Original

Lic. Guillermo Moreno
Lic. Pablo Challú
Lic. Walter Romero